Autoexigencia: Cómo el perfeccionismo afecta a tu bienestar

¿Qué es la autoexigencia?


Definición de autoexigencia y características principales

La autoexigencia es un rasgo o actitud personal basado en peticiones, demandas u órdenes que una persona se impone a sí misma con el fin de alcanzar determinados estándares, logros o éxitos. Está muy ligada al sentido de la responsabilidad y el compromiso.

La característica principal de la autoexigencia es el perfeccionismo, el deseo de hacer las cosas de la mejor manera posible. En ocasiones este perfeccionismo también se vincula al ser, es decir, se presenta la exigencia de ser perfecta, ir siempre perfecta, etc. 

El perfeccionismo excluye la posibilidad de errar o fallar. Lo cual nos lleva a otra de las características de la autoexigencia: la baja tolerancia al error. Se vive el error como fracaso, con una connotación muy negativa y generando culpa, frustración, tristeza…

El perfeccionismo implica que existan expectativas personales muy altas, por lo que las personas autoexigentes suelen ser muy disciplinadas y estar altamente comprometidas con sus objetivos. Sin embargo, esto puede provocar que pasemos por encima de nosotros·as mismos·as y nuestro bienestar para cumplirlas.

La brújula que suele guiar hacia qué objetivos y metas dirigirse es la comparación con los otros y con lo que esperan de mí. Esto alimenta discurso o diálogo interno autocrítico, con tendencia a juzgarse duramente.

Todo ello tiene como consecuencia una sensación de insatisfacción interna grande, profunda y constante, incluso cuando se han alcanzado los objetivos propuestos, puesto que “no es suficiente”. 


Diferencia entre autoexigencia y motivación saludable

Si bien es cierto que las personas autoexigentes se caracterizan por estar motivadas en la consecución de sus objetivos, dicha motivación no se cultiva ni crece sobre un terreno saludable y coherente. Como hemos comentado, la motivación y la disciplina no responden a valores personales que nutren a la persona sino que nacen de la imposición, mandatos y “tendrías que” o “deberías”.

Si nos vamos al diccionario de la Real Academia Española, exigir se define con sinónimos tales como “orden”, “mandato”, “obligación” o “imposición”. Estas palabras poco parecen estar relacionadas con saludable, ¿verdad?

Recuerda: motivación saludable no quiere decir que sieeeempre te vaya a apetecer perseverar o ser constante con algo, si no que puedes recordar con el propósito desde el que lo haces y el para qué y encontrar sentido y paz.


Ejemplos comunes en la vida cotidiana

Es muy probable que te haya ocurrido el ir al gimnasio o hacer deporte a regañadientes, estando muy cansada o incluso estando enferma. Es importante entender que muchas veces no nos apetecerá pero decidiremos ir por el compromiso con nuestra salud y bienestar, conectando con el valor de cuidarnos y desde un diálogo amable con nosotras·s mismas·os (motivación saludable). Ahora bien, esto es diferente a no cuestionarse la decisión a pesar de que nuestro cuerpo nos esté mandando señales de necesidad de reposo o estemos dejando de lado otras actividades importantes o saludables por cumplir con la exigencia de, por ejemplo, hacer ejercicio todos los días.

¿Qué es el perfeccionismo y cómo se relaciona con la autoexigencia?

El perfeccionismo como forma de autoexigencia extrema

Como hemos comentado, el perfeccionismo es una de las características principales de la autoexigencia.

Por perfeccionismo entendemos el deseo de hacer las cosas de la mejor forma posible. Pero claro, esto parece difícil poder llevarlo a cabo en todas y cada una de las acciones que realizamos en el día: desde estudiar o trabajar, ayudar a una amiga, atender a familiares, cocinar…

Y es que bajo la defensa de “tener que ser perfecta o perfecto” acabamos llevando nuestro cuerpo y mente al extremo para alcanzar esas expectativas y cánones imposibles que hemos creado sobre nosotras·os. Porque resulta imposible hacer todo perfecto, poder dedicar nuestro tiempo y energía -limitado por naturaleza- a varias tareas. Y digo defensa porque este imperativo hacia nosotras·os mismas·os se va generando como mecanismo de supervivencia en un momento de nuestro desarrollo (aceptación de mis iguales, atención de papá o mamá, refuerzo y aprobación social…)

Es importante entender e interiorizar que no podemos llegar a todo y, eso, está bien, es normal y no nos hace peores. Además, a lo que hoy podré llegar es diferente a lo que podré mañana. Porque somos seres sintientes que en función de la estación, momento del mes, cómo hayamos dormido, cómo esté nuestro entorno, etc., tendremos más o menos energía para vivir el día y, por consecuencia, para afrontar nuestras tareas.

Mitos sobre el perfeccionismo

  • Solo si soy perfeccionista podré tener éxito: ante este mito deberíamos en primer lugar empezar cuestionándonos qué es el éxito para cada uno·a y replantearnos si realmente es lo que deseo o lo que he interiorizado a través de mensajes de mi entorno y de la sociedad. Dicho esto, aunque intentar hacerlo de la mejor manera va a ayudar es importante tener en cuenta otros aspectos que van a ayudar: tener un plan, estar alineado conmigo y mis valores, ser perseverante, capacidad para afrontar los posibles obstáculos, respetar mis tiempos, mi ciclo y mi descanso… Porque si solo ponemos en acción el perfeccionismo éste puede acabar trayéndote ansiedad, culpa, frustración, problemas de salud física y emocionales…
  • El perfeccionismo significa buscar la excelencia: aunque el perfeccionismo busque hacerlo de la mejor forma posible, éste suele basarse en el miedo a cometer errores, en la búsqueda de la aceptación social bajo un discurso autocrítico importante. Sin embargo, querer buscar la excelencia en algo concreto no tiene que implicar lo anterior, si no que responde a un deseo de mejorar o evolucionar en algo, lo cual implica esfuerzo pero también puede responder a la curiosidad, al aprendizaje, a la motivación…entendiendo que en el camino se cometerán errores. La valía personal no se basa en alcanzarla o no.
  • Sin perfeccionismo no se prospera, uno·a se conforma: las personas perfeccionistas tienden a pensar que si no lo hacen se convierten en vagos, conformistas, perdedoras… y más lejos de la realidad. No necesitamos caer en la espiral de la autocrítica negativa y de no descanso para acercarnos a nuestras metas. 
  • Las personas perfeccionistas hacen todo perfecto: este es un mito muy interiorizado por las propias personas perfeccionistas, lo cual alimenta sus propias autocríticas. La realidad es que querer hacer todo perfecto se convierte en muchas ocasiones en fuente de bloqueo y paralización, llevando a procrastinar la tarea en cuestión. El miedo a no hacerlo perfecto hace que no quiera ni hacerlo.

Perfeccionismo adaptativo vs. Desadaptativo

El perfeccionismo puede ser desadaptativo cuando notamos que nos genera ansiedad, frustración y nuestra autoestima se va mermando. Esto ocurre cuando las metas propuestas son tan altas que se vuelven poco realistas y se han definido de forma rígida, con poco margen de cambio. Además, la motivación de dichas metas son la aprobación o aceptación externa y el miedo al rechazo, por lo que el diálogo interno se vuelve muy autoexigente y autocrítico.  

En cambio, el perfeccionismo adaptativo se caracteriza por generar satisfacción, motivación y sensación de valía. Las metas son altas pero realistas, flexibles y responden a la motivación de aprender, desarrollarse o crecer personal y/o profesionalmente. 

¿Por qué la autoexigencia es más frecuente en mujeres?

Expectativas sociales y condicionamiento de género

El perfeccionismo ha estado tradicionalmente ligado al género femenino. Desde la infancia, las formas de comportarse y estar en el mundo que se enseñan a niños y a niñas son diferentes. Generalmente, a las niñas se les fomenta el agradar, el complacer, el ser buenas y responsables. Esto hace más probable que se conforme  un rol perfeccionista, con la autoexigencia de tener que hacer todo perfecto y un discurso interno más autocrítico.

Además, no podemos obviar el hecho de que no tantos siglos atrás el futuro bienestar de una mujer dependía de ser elegida por un hombre que pudiera proveer de ella y, para ello, tenía que ser perfecta frente a la competencia según los cánones o imposiciones de la época. 

Las expectativas sociales de estar siempre perfectas abarcan diversas áreas que aún hoy tienen su influencia: la estética y la belleza, la maternidad, el matrimonio, nuestro comportamiento, desarrollo profesional…

El rol de la mujer cuidadora y profesional

La inclusión de la mujer en el mundo laboral ha tenido múltiples beneficios para las mujeres (obviamente nos otorga derechos que antes ni se planteaban y formas de vivir más libres) pero ha traído consigo una doble presión: desarrollarse profesionalmente al mismo tiempo que seguir cumpliendo con las expectativas heredadas por ser mujer: encargarse de las tareas del hogar y de los cuidados.

Esto activa la autoexigencia y la refuerza, además de contribuir a la carga mental.

Influencia de la cultura del rendimiento

La sociedad actual, basada en un modelo capitalista, refuerza mucho el esfuerzo y asocia el valor personal con el hacer y el tener. Es decir, valemos no por lo que somos, si no por nuestra capacidad de producir.

Esto, en las mujeres, se traduce en tener que ser perfectas en cada uno de sus roles. ¿Os suena el concepto de superwoman? Pues tiene que ver mucho con esto: ser una buena profesional, una madre excelente, buena pareja, buena hija, buena amiga… ¿Cómo llegar a ello sin un discurso super autoexigente y crítico?

Señales de alerta: ¿Cómo se manifiesta la autoexigencia en la salud mental?

Síntomas emocionales y psicológicos

La autoexigencia afecta a nuestra salud mental generando sensación de agotamiento y malestar crónico.

Los síntomas principales son:

  • Ansiedad: se manifiesta con pensamientos en bucle relacionados con el nivel de rendimiento, el miedo a fallar, no estar a la altura, no valer… Todo ello genera síntomas físicos como fatiga mental, presión en el pecho, dificultad para respirar… además va acompañada de dificultad para disfrutar y estar en el momento presente. 
  • Insomnio: la hiperactivación generada por la ansiedad junto la incapacidad para relajar la mente tienen como consecuencia dificultad para conciliar o mantener el sueño, así como sensación de sueño poco reparador. 
  • Irritabilidad: tanto la ansiedad como el insomnio, sumado al diálogo interno constante crítico y negativo, favorecen un estado de irritabilidad y de baja tolerancia. 
  • Culpa constante: la autoexigencia lleva a infravalorar el disfrute y el descanso, o cualquier otra actividad que no esté relacionada con producir, activándose en dichos momentos la culpa. Culpa que se manifiesta con pensamientos del tipo “tendría que estar haciendo X”, “no soy suficiente”, “debería esforzarme más”, etc.
  • Sensación de insuficiencia: al inicio explicábamos que compararse con los demás es una característica de la autoexigencia. Esa comparación constante lleva a sentirse insuficiente, poco valioso·a e, incluso, no merecedor (generalmente de amor, de cariño o de atención). Por tanto, la autoexigencia impacta directamente en nuestra autoestima.
  • Desconexión emocional: como mecanismo de supervivencia puede activarse el piloto automático, llevando a la persona a actuar de forma automática sin capacidad de conectarse emocionalmente con lo que está haciendo o le ocurre.
  • Trastornos psicosomáticos: el malestar y la ansiedad pueden somatizarse, es decir, el cuerpo expresa lo que a nivel consciente no estamos pudiendo atender. Puede ser a través de cefaleas, problemas digestivos, alergias, contracturas o lesiones, etc.

El síndrome de la impostora

Es una experiencia psicología por la cual la persona se siente de menos, con menor valía y atribuye sus éxitos y logros a factores externos mientras que los errores a internos. A pesar de que lo pueden experimentar tanto hombres como mujeres, es mucho más común entre nosotras: 3 de cada 4 mujeres lo experimentan en algún momento de su carrera profesional (Estudio de KPMG, 2021).

No es raro que la autoexigencia esté relacionada con este síndrome: el sentimiento de no ser suficiente propio de las personas autoexigentes facilita que se experimente el dudar de la propia valía, miedo a ser descubiertas como un fraude o la tendencia a minimizar sus logros (todas ellas características propias del síndrome de la impostora).

¿Cómo se trabaja la autoexigencia en terapia?

En consulta es muy habitual encontrarse con personas con una parte de sí mismas altamente autoexigente.

El primer paso es poder reconocerlo: cuándo aparece y cómo aparece. De esta forma, poco a poco iremos entendiendo la función que nuestra parte autoexigente ha cumplido y cumple en nuestra vida. Asimismo, entender cómo aparece nos ayudará a identificar cuándo aparece para poder así empezar a activar otro diálogo más amable y compasivo con nosotras·os mismas·os. 

Si eres mujer, enfatizaremos en el desarrollo de la autoexigencia, dentro de tu propia historia, como consecuencia del aprendizaje social, los estereotipos de género y las expectativas culturales. Entender esto cambia enormemente la relación con una misma y permite ir construyendo nuevas formas de hablarse y de tratarse más compasivas.

A través de diferentes técnicas (muñecos, silla vacía, diálogo de partes, escritura terapéutica…) vamos construyendo, reconstruyendo o fortaleciendo otras partes de uno·a mismo·a para afrontar las situaciones difíciles o sencillamente vivir más allá del recurso hasta aquel momento habitual: la autoexigencia.

Al mismo tiempo, usualmente nos paramos a trabajar la herida de rechazo o abandono sobre la que se sostiene. Sin ir a la raíz es complicado detener este patrón.

También ayuda incorporar técnicas de mindfulness y atención al momento presente para cultivar una mirada amable, paciente y respetuosa; así como ejercicios de autocompasión. 

Igualmente, esta es una pequeña pincelada de todo lo que ocurre y vivimos dentro del proceso de terapia. ¡Te invito a experimentarlo!

Conclusión

Después de hacer un recorrido por la autoexigencia y el perfeccionismo, podemos entender un poquito mejor por qué y para qué aparece. Sabemos que el perfeccionismo no tiene que ser algo negativo per se y de lo que huir, aunque en algunos casos puede ser desadaptativo. 

La clave, una vez más, es poder conocer el porqué de nuestra autoexigencia y encontrar un equilibrio, una forma en la que pase a ser tu aliado, beneficiándote e impulsándote.

Si te resuena lo comentado sobre autoexigencia y perfeccionismo te animo enormemente a dar un paso y observar tu historia, el origen y la función que cumple en tu vida a día de hoy. A darte el permiso y la oportunidad de tratarte de una forma distinta y vivir priorizando tu bienestar, más allá de las exigencias sociales. ¿Te animas?

En Lume Psicología, centro de atención psicológica en Madrid y online, podemos acompañarte en este proceso. No dudes en contactarnos y comentarnos tus dudas e inquietudes. 

Hola, soy Laura

Psicóloga sanitaria y con formación en Mindfulness y gestión emocional

Desde Lume Psicología, busco facilitar un espacio respetuoso, seguro y reconfortante en el que puedas abrirte, pensarte y conectar con aquellas emociones, pensamientos, sucesos y/o partes de ti que no te resultan tan agradables.

Busco acompañarte en este camino para ayudarte a sanar y cultivar un estado de calma y bienestar.

Meditación

Despertares Conscientes

También te pueden interesar...
Scroll al inicio
El tratamiento de los datos tendrá su legitimación en el consentimiento explícito prestado por el interesado, asegurando éste que los datos facilitados son adecuados y veraces. Dichos datos se almacenarán en nuestros sistemas mientras dure la relación entre interesado y responsable procediendo a su borrado cuando ésta finalice salvo obligación legal o en el momento en que el interesado solicite retirar su consentimiento. Así mismo, se informa de que sus datos no serán utilizados para la creación de perfiles ni formarán parte de ningún proceso de decisión automatizada. En relación a las transferencias de datos a Terceros Países, se informa que de producirse, será únicamente con la finalidad anteriormente mencionada. Podrá ejercitar sus derechos de acceso, rectificación, supresión, limitación del tratamiento, portabilidad y oposición dirigiendo escrito a

LAURA VIEITEZ POLLÁN con domicilio en CL/ Gabriel Lobo, 18, B DCHA. 28002 Madrid o mediante correo electrónico a la dirección laura.vieitez@outlook.es. Así mismo podrá ponerse en contacto con el Delegado de Protección de Datos en el e-mail siguiente: apm@desarrolloempresarialnormativo.com. Además, se informa de que el interesado podrá presentar reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos (teléfono: 901 100 099, CL/ Jorge Juan, 6. 28001 Madrid) o su sede electrónica (https://sedeagpd.gob.es/sede-electronica-web/) en cualquier momento en el que supusiera vulnerado el correcto uso de sus datos de carácter personal o no atendida cualquier solicitud de ejecución de sus derechos.